lunes, 14 de marzo de 2016

Otros veinte años


Hace unos días revisaba mis viejos apuntes de México y su realidad, me encontré entonces los Acuerdos de San Andrés, esos que “diligentemente” firmó Emilio Chuayffet y después “desconoció” diciendo que se había tomado unos chincholes.
Pues bien, hace ya más de veinte años que esos “acuerdos” fueron signados por las partes intervinientes y quizá acaban de ser veinte años de que el gobierno federal (como una de las partes intervinientes) los desconoció y simplemente los ignoró.
En ellos, aunque no se reflejaban ni todos los temas, ni (los que se trataban) lo eran en el grado de profundidad que debían tener, se tenían sustanciales avances en materia de cultura indígena, reconocimiento de la diversidad cultural nacional, necesidad de tratamiento judicial diferenciado y hasta en “autonomía” de gestión indígena.
Pero han pasado 20 años y en Campeche (por ejemplo) sólo la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos está traducida a lengua Maya, en Tabasco apenas en 2013 (el Instituto de Educación para Adultos de Tabasco) tradujo (sin validez oficial) a tres lenguas locales la Constitución del estado; la remunicipalización creo que sólo en Tlaxcala se realizó y de la redistritación electoral, para dar cabida a representantes indígenas en los congresos locales y en el federal, mejor ni hablamos.
Han pues pasado veinte años e incluso a nivel legal las comunidades indígenas (concebidas conforme al Acuerdo 169 de la OIT, signado por México) siguen sin existir.
Pese a todos los esfuerzos legislativos, los avances son pírricos (aunque en estados como Chihuahua simplemente inexistentes).
Ellos han esperado más de 500 años a que la justicia social les llegue, ellos levantaron la voz hace ya 22 años, e señor Fox, en una de sus clásicas estupideces dijo que en 15 minutos lo resolvía y ellos siguen esperando.
Hoy grandes zonas (regiones indígenas) están organizadas, cuentan con capacidad de movilización y tienen poco, muy poco, que perder (ya muchos han perdido la vida en espera de que la justicia social llegue).
Hoy las estructuras de poder local están podridas por la corrupción, por el contubernio, por la connivencia de autoridades con criminales (organizados y caciques locales) y una chispa puede prender la mecha del México bronco, pero lo verdaderamente grave es que ni la autoridad local, ni la federal están dispuestas a voltear a verlos y mucho menos a atenderlos.
Pero ellos ya no pueden esperar otros veinte años y nosotros, en nuestra franja de confort hacemos muy poco por que sean atendidos.
La historia no anda a saltos, la historia pondrá a cada quien en su sitio, pero los puentes del arcioris no han sido cruzados y los acuerdos han sido olvidados; ellos defienden su comunidad, nosotros nuestros "privilegios"

SALUD

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