sábado, 2 de mayo de 2015

Chofer del patrón



El amo, el patrón, el señor, el jefe; son sólo algunas de las formas en que los “acompañantes” los eternos lambiscones tenían para denominar a quien le servían; los choferes con o sin arma, con o sin fuero y casi siempre con muy pocas otras capacidades, que estaban al servicio de un individuo con un poco de poder político, económico o social, esos que permanecían a la espera de la salida del jefe sin importar sus propios horarios, sin tener vida propia.

Pues bien, el señor Peña Nieto fue a Mazatlán a la inauguración de una obra carretera (financiada con recursos federales y realizada por Grupo Carso) sin estar oficialmente en el evento, llegó a él el señor Carlos Slim y estuvo ahí cerca, sin que se la mencionara.

Al final del evento y no como un acto fortuito el señor Slim Helú fue conducido hasta la unidad en que se trasladaría el señor Peña Nieto y fue invitado a subir en el asiento del copiloto, ahí fue colocado por quien lo condujo hasta ese vehículo, al mismo vehículo y de manera casi simultánea sube sólo otra persona (dicen en la nota de El Tiempo que es el gobernador de Sinaloa, Mario López Valdez).

En esa nota hay un video que muestra y corrobora lo que a continuación describo: el señor Peña se despide de algunas personas y su Jefe de Ayudantes se encuentra a su lado, al término de las despedidas, lo acompaña hasta la parte del conductor de la unidad y después sube a la parte posterior del vehículo.

El señor Peña conduce la unidad, se convierte en chofer del señor Slim; un momento captado por las cámaras, sin mayor recato, sin cautela alguna, ante la vista de muchos y muy variados personajes, ante la presencia de cámaras de fotografía y video; el señor Peña es bajado del pedestal, es desprovisto de su embestidura, sólo para convertirlo en el conductor de un vehículo que lleva tres personajes, dos de ellos sin la menor relevancia.

En esa imagen, se plasma de una manera cruda el nivel de subordinación de nuestro más alto administrador al poder fáctico; de dependencia a los poderes reales del Estado; de sumisión del gobierno a las superestructuras económicas nacionales.

Pero al margen de lo ahí visto, dejando de lado el avasallamiento del poder político y de la sumisión a que fue sometido Peña Nieto; es importante retomar la otra imagen, la de la imperiosa necesidad de establecer una comunicación (obviamente de parte de Peña con Slim) de hacerle llegar de manera directa e impostergable un mensaje al verdadero poder, al poder del dinero.

Desde hace unos días he venido tratando el debilitamiento de los poderes del gobierno mexicano, primero con un extenso recuento del camino de descalificaciones y ataques al que ha estado sometido desde hace un año y después con un manotazo que pretende desligarlo del Grupo Atlacomulco y tomar su “propio” camino; ahora este texto (el video y la imagen de Peña subordinado al poder económico) me hacen pensar en la inmensa necesidad de reconocimiento que requiere el obscuro personaje, para poder legitimarse, para retomar cierta capacidad de gobernabilidad en la última parte de la administración para la que fue electo.

Me imagino una “muy amable” conversación en la que le comunica al señor Slim (que muchos sabemos es sólo prestanombres de Carlos Salinas), la necesidad de apoyo, de legitimación del gobierno, la inaplazable necesidad de lograr consensos y de acallar los niveles de inconformidad social que se están observando.

También me imagino una muy atenta respuesta de Slim (y por él de Salinas) en que deja (dejan) muy claras las necesidades de ellos, para apoyarlo.

Pues parece que en principio ya hay un arreglo con los que pueden medio recomponer el muy maltrecho barco de gobernabilidad, pero creo que sería conveniente preguntarnos nosotros si ¿estamos dispuestos a pagar el precio? y preguntarles a ellos ¿Cuánto más apetito tienen de seguir sangrando las arcas?

Yo creo que ya la liga se estiró suficiente, que está a punto de reventar y ellos lo saben, por eso uno está dispuesto a humillarse siendo chofer y el otro dispuesto a mostrarlo como un vil lacayo del poder real.

Mostrando con ello uno su verdadera incapacidad más que para conducir un vehículo y el otro se voraz apetito por hacer dinero.

SALUD

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