lunes, 2 de octubre de 2017

Por que NO se olvida el 2 de octubre


Yo era un niño, estaba en la Ciudad de México, por circunstancias de la vida, estaba en el edificio Benito Juárez de Tlatelolco (en el primer piso, con vista hacia el Chihuahua y no se veía nada o no vi nada pues no estaba interesado en ello)

Mis recuerdos son de una gran cantidad de bulla en la calle (la plaza está a unos 150 metros) de mucho tránsito vehicular (yo me crie en un pueblo en donde el mayor bullicio lo generaba el ferrocarril)

Recuerdo a lo lejos las hélices de uno o dos helicópteros y ahora que lo pienso con calma, quizá el movimiento de tanques o tanquetas sobre lo que ahora es Eje Central (entonces San Juan de Letrán) era octubre, no existía el cambio de horario estaba oscureciendo (en torno de las 6 de la tarde)

Se escucharon algunos balazos y gritos (quizá unos instantes de calma) y después gente corriendo y gritando, me recuerdo mucho el grito de una joven de algo así como “corre toño, corre más fuerte”; también otro más tarde de “aquí nos sentamos mientras viene mi papá por nosotros” quizá bajo le entrada del edificio.

Mi padre me agarró de la cabeza (como tratando de protegerme) y me agachó tras una puerta metálica de una pequeña zotehuela y salimos cuado parecía haberse calmado todo, entonces como a las 8 de la noche, mi papá decidió echar la ropa que estaba a la mano y salimos a la calle de Lerdo, en donde alcanzamos a ver ya movilización de unidades de emergencia y mucha gente caminando (unos hacia la plaza y otros hacia donde fuera)

Abordamos una taxi y nos dirigimos a la estación Buenavista (a unas cuadras de ahí) tomamos el primer tren que salió y unas horas después bajamos en Cuernavaca.  eso es mi recuerdo del 2 de octubre de 1968.

Pero eso no fue lo que pasó, ese evento narrado como un recuerdo de infancia es en realidad uno de los más obscuros momentos de la historia de México, es el parteaguas entre el momento más álgido de un estado opresor (autocrático y lineal), represor (carente de capacidad de intercomunicación) y profundamente antidemocrático y el nacimiento de una sociedad reclamante, el despertar del mexicano.

Un par de años después, en San Luis Potosí escuché decir al Dr Nava que: “esa masacre pintaba al régimen de cuerpo entero” y a mi abuelo decirme: “ora si, mijo ya despertó México, a ustedes les toca hacer el cambio

El evento en el que se reconocen tres docenas de muertos pero se sabe que fueron muchos más, marca el rumbo de la historia moderna de México y si ahí empieza el cambio, este aún no ha llegado, pues el régimen aunque vestido de oveja, sigue siendo igual de autoritario, igual de represor e igual de antidemocrático.

Perdió capacidad de operación pero su talante sigue ahí, no se han movido un ápice y quizá a pesar de todo, sólo muestra la cara agradable para reprimir de manera silenciosa cualquier manifestación contraria a él, de hecho ahora ocupa a sus aliados para convencer e ideologizar ahora la represión igual de brutal se asume de manera velada y penetra a tu casa a través de los brazos que sus aliados han puesto a “disposición de la cultura nacional

Recuerdo aquel documento escrito por todos los mexicanos, en la pluma de Elena Poniatowska, ese Testimonio de historia oral (como ella le llamó) en que se deja clara la voluntad de México, de su pueblo y de su cultura por que las cosas fueran diferentes.  Una voluntad que hemos forjado durante 49 años y que parecía cristalizarse en 2000 pero que un burro disfrazado de “estadista” echó al bote de la basura.

Es a partir de esos recuerdos, que Tlatelolco no se olvida, no por lo el número de jóvenes muertos a años de una brigada antiterrorista (así denominada por el gobierno de entonces), ni siquiera por la nefasta presencia de esos cuerpos represores de manera continuada hasta los años 90.

2 de octubre de 1968 no se olvida, por que representa el momento en que un pueblo cambió la visión de su historia futura y es el más recurrente momento de unidad nacional, para evitar que ese tipo de situaciones vuelva a repetirse.

Tlatelolco, 2 de octibre a 49 años de distancia deja de ser un recuerdo para convertirse en una bandera.


SALUD

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