jueves, 25 de julio de 2013

Michoacán, zona de guerra

Esa entidad federativa que desde los 70 mantiene amplias franjas de tierra destinadas al cultivo de marihuana (bajo los árboles de aguacate y limón) y que desde los 80 ante el abandono de parte de todos los niveles de gobierno inicia el “destino” territorial a la cosecha de ese enervante, sobreponiéndose la organización criminal al estado a la legalidad a cambio de una embarradita.

Esa tierra en la que desde la década de los 90 la autoridad (el Estado mexicano) perdió capacidad de control territorial, en la que las “instituciones” simplemente abandonaron la plaza e ignoraron los reclamos sociales, fue quedando en manos de la delincuencia y ellos establecieron la rectoría (normalidad) local.

Ese mismo territorio que además de producir, empaquetar y comercializar marihuana en Estados Unidos y hacia Asia, se convirtió también en esa década en productora de metanfetaminas y fue santuario (además de la mariposa monarca en invierno) de otras muchas actividades ilegales, creció el secuestro, se incrementó el soborno a actividades legales, se entremezcló la actividad legal con el crimen organizado, fue lavadero de grandes cantidades de recursos ilegales.  SALUD.

Lázaro Cárdenas (el puerto) hasta ese entonces casi muerto por su muy bajo nivel de actividad inicia operaciones regulares de tránsito marino con el oriente, ahí llegaba la cocaína que iba a Estados Unidos y partía a Asia, ahí se fletaban barcos completos con marihuana a cambio de los precursores para las metanfetaminas.

Ya a principios del presente siglo era un territorio muy apetitoso para todos los grupos delincuenciales nacionales, los Valencia fueron “convencidos” por Los Zeta (entonces aun brazo armado el Cartel del Golfo) para actuar bajo condiciones muy acotadas; la lucha entre El Golfo y Sinaloa fue cruenta y dejó una gran cantidad de bajas, que la autoridad nunca aclaró.

Michoacán es desde 2007 territorio narco (especialmente las regiones de Tierra Caliente y Costa) y ahí el contubernio y la connivencia entre narco, autoridad y sociedad es absoluta.

De hecho, el “surgimiento” de La Familia Michoacana fue financiado por madereros y aguacateros locales y con recursos del Cartel de Sinaloa y de el “ChapoGuzmán, como un mecanismo de “defensa” ante la sangría que representaba para ellos la organización de Los Zeta, así esa nueva organización criminal, tuvo desde su surgimiento base gubernamental y social (por temor o contubernio).

El desmembramiento de La Familia y el surgimiento de Los Caballeros Templarios, tiene la intención de trastocar una organización criminal, en un movimiento socioeconómico (con altos ingredientes confesionales y religiosos)

Hoy Michoacán es un polvorín, que combina todo tipo de ingredientes explosivos, la población abandonada desde hace tres décadas por sus autoridades, está atemorizada por los niveles de inseguridad que viven de manera cotidiana, pero además está muy molesta (encabronada) con los políticos locales (que son parte de las mafias criminales) pues no ven en ellos una garantía de contención de la violencia.  Los propietarios de los medios de producción (legales e ilegales) y otros factores económicos (fácticos y legales) están sometidos a niveles de extorsión hasta por tres grupos criminales de manera simultánea.  Los “administradores públicos” locales que sirven a una fracción de la criminalidad, a parte de sangran el erario público entregando obra pública y recursos a las organizaciones criminales, están temerosos de ser atacadops por los contrarios, están sometidos por todos.

La “administración pública” estatal que había pactado con Los Zeta (a través de Nueva Generación) está ahora acéfala y no es interlocutor en la materia.

En resumen, es un coctel explosivo, con una mecha muy corta que se consume a gran velocidad y cuidado pues Guerrero y Tamaulipas no están al margen.


SALUD.

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