El de 68, Movimiento Comunista
"Cárdenas Apoyó a la UNAM Contra el Presidente"
Era Inaceptable Entonces Tener un Diálogo Público
"Heberto Castillo Puso en Bancarrota al MLN"
EXCELSIOR publica a partir de hoy, (14 de mayo de 1986)
extractos del libro titulado Gustavo Díaz Ordaz, recientemente publicado en
edición privada por el general Luis Gutiérrez Oropeza, quien fue, precisamente,
el Jefe del Estado Mayor Presidencial del fallecido ex mandatario.
Luis Gutiérrez Oropeza, General de Brigada
Primera de tres partes
Publicado el 14 de mayo de 1986
Un conflicto entre estudiantes en 1968 lo convierten en un
problema entre la policía y alumnos de casi todos los centros de enseñanza.
Las agresiones estudiantiles contra la policía empiezan a
tomar auge; los enfrentamientos se repiten, cada vez mayor número de lesionados
y con este pretexto, los dizque estudiantes, organizan una manifestación de
protesta para el día 26 de julio, que premeditadamente hacen coincidir con una
manifestación comunista con la que ese día se conmemora el aniversario de la
Revolución Cubana.
El choque entre integrantes de ambas manifestaciones y la
policía se produce con más violencia y da origen a la detención de varias
gentes de los grupos manifestantes.
La reacción de los participantes en los disturbios no se
hace esperar y se inican los actos de vandalismo. Principalmente, a casas
comerciales y transportes urbanos. Con este último procedimiento se afecta
directamente a la gene humilde y a los trabajadores y empleados.
En estos hechos se detecta la presencia de grupos comunistas
de choque que tienen como misión hacer más graves los problemas entre
estudiantes y policías. Proceden a bloquear las calles con camiones que con
violencia fueron arrebatados a sus conductores; se suspende el tránsito público
y da principio el "paro colectivo" de instalaciones educativas. En
pocas horas la alargada crece, engrosada ya no sólo por estudiantes de escuelas
particulares, sino también por gente joven de diversos estratos sociales, desde
luego no estudiantes, que nada tenían que ver con el problema, pero que decían
apoyar el movimiento estudiantil.
En los disturbios de 1968 se recurrieron a toda clase de
amenazas y formas de violencia. Hubo mítines, manifestaciones, peticiones de
consignación de funcionarios, paros- relámpago de centros oficiales de estudio,
"plantones", formación de consejos, comités coordinadores del
movimiento y finalmente, petición de diálogo público entre autoridades y estudiantes
que debería transmitirse por radio y televisión, con la presencia de
periodistas nacionales y extranjeros.
La demanda de diálogo público en presencia de periodistas
era inaceptable, puesto que el régimen no iba a presentarse a una maniobra de
simple exhibicionismo, porque no era cierto que estuvieran dispuestos al
diálogo, ni público ni privado. Era una simple artimaña con la que pretendían
hacer aparecer ante la opinión pública que eran víctimas de la intransigencia
de las autoridades y conseguir que apoyara sus pretensiones. La realidad era
tomar la negativa de diálogo como pretexto para alargar los disturbios con
mayores actos de violencia, todo el tiempo que fuera posible.
No había deseo sincero ni decisión seria para llegar al
diálogo. No podía haberlos si entre los que se decían dirigentes no se ponían
de acuerdo. Todos querían ser el número uno, tener el mando absoluto y disponer
acciones de acuerdo con su personal criterio y conveniencia. Los que eran
señalados como cuadro de mando, digamos como ejemplo, un domingo, al día
siguiente habían sido revelados. No había directriz con la seriedad requerida y
la autoridad suficiente para tener un diálogo. Sus actos eran producto del
desahogo de sus frustraciones.
El grupo comunista había preparado un plan no para atentar
contra el gobierno, sino contra el pueblo de México, que estaba colocando ante
la alternativa de cambiar su régimen de gobierno y elegir entre la anarquía o
la dictadura, e inicia la primera etapa de su plan aprovechando el menor
incidente para intervenir con actos violentos y alterar el orden público. Pero
su interés mayor es llevar los excesos hasta crear el caos en la ciudad de
México y hacer fracasar la realización de los Juegos Olímpicos (...)
En el Estado Mayor del Presidente Díaz Ordaz se tuvo
conocimiento de un probable "atentado" contra la persona del
Presidente el día 1§ de septiembre, con motivo de su Informe al pueblo de
México, en el recinto de la Cámara de Diputados. Hecho un estudio sobre las
probables áreas críticas, se determinó que éstas eran: el Palacio Nacional, las
calles de 5 de Mayo y Bolívar, en el tramo que da acceso al edificio de la
Cámara de Diputados.
Como en la fecha citada no ocurrió ningún atentado, se pensó
que podrían haber decidido llevarlo a efecto la noche del 15 de septiembre.
El 16 de septiembre el Presidente debía hacer un recorrido
del Monumento a la Independencia al Palacio Nacional y permanecería en el
balcón central de este edificio unas dos horas para presenciar el desfile
militar.
Hizo el recorrido el presidente Díaz Ordaz en carro
descubierto que se deslizó sin escolta a los lados, a una distancia de 3 o 4
metros de la gente del pueblo que formaba la valla y le aplaudía.
Durante el tiempo del desfile que fue fácil blanco para
cualquier francotirador que estuviera apostado en algún balcón o en las azoteas
de los edificios que circundan la Plaza de la Constitución.
El Presidente de la República estuvo informado día a día de
las amenazas contra su vida; sin embargo, no cambió su proceder y
comportamiento habituales en lo mínimo y enfrentó con entereza los riesgos
"del oficio y del cargo" (...)
Y no parece ser coincidencia que en los meses críticos de
1968, según informe dado al Presidente Díaz Ordaz por el director de Pemex, se
presentaran buques de guerra extranjeros frente a las costas del estado de
Campeche, en aguas internacionales.
Los motivos de esa presencia eran fáciles de adivinar: se
trataba de intimidar, de presionar al Presidente mexicano para que diera marcha
atrás y dejara sin efecto su orden dada para que fueran canceladas las
concesiones (contraídas durante el gobierno de Alemán).
Ante esta noticia, el Presidente dijo al director de
Petróleos Mexicanos: Licenciado Reyes Heroles, sobre este asunto, ¿qué
instrucciones le he dado?; a lo que el aludido contestó: "Que sean
anuladas las concesiones, señor Presidente". Entonces, señor licenciado,
no deje de hacerlo, le reiteró el Presidente. (...)
En la tarde del día 3 de octubre de 1968, notablemente
preocupado, se presentó en Los Pinos el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez,
presidente del Comité Organizador de los XIX Juegos Olímpicos, deseaba ver, con
urgencia, al señor Presidente Díaz Ordaz.
La urgencia, manifestó, se debía a que en la mañana de ese
mismo día se habían presentado ante él los presidentes de las Comisiones
Olímpicas (3) de los más importantes países europeos.
Que los tres dirigentes habían manifestado al arquitecto
Ramírez Vázquez que el objetivo de su presencia era informarle que "ante
la gravedad de los sucesos que estaban ocurriendo, sus respectivas delegaciones
se proponían abandonar la ciudad de México, expuso por su parte que de ocurrir
esto, otras delegaciones imitarían su ejemplo. Pero que, sin embargo, la
decisión podría no llevarse a efecto si el Gobierno Mexicano compensaba su colaboración".
Este tipo de proposiciones, en cualquier idioma y en todos
los medios, tiene el mismo nombre, la misma intención: Chantaje.
El Presidente Díaz Ordaz, enterado del problema, ordenó al
arquitecto Ramírez Vázquez que hiciera del conocimiento de los tres presidentes
de las Comisiones Deportivas Extranjeras: "Que México era un país pobre;
que al ser distinguido con el otorgamiento de la sede de los Juegos Olímpicos,
había hecho grandes esfuerzos en todos los aspectos, entre ellos y de manera principal
el económico, para prepararse convenientemente y que los citados Juegos se
realizarán en la ciudad capital de México en forma decorosa". Que si los
presidentes de las delegaciones que le mencionaban el deseo de abandonar al
país y otras seguían su ejemplo, él no trataría de impedirlo ni aunque con esa
actitud propiciara la no realización de la Olimpiada. Le expresó también que a
su gobierno le interesaba mucho que tales justas se llevaran a efecto, pero que
para él tenía mucho más importancia la seguridad e integridad de México en
todos los aspectos.
México tuvo su Olimpiada que fue considerada como la más
extraordinariamente celebrada, hasta entonces, en la historia del deporte.
***
El general Lázaro Cárdenas y las pretensiones
universitarias. El ingeniero Heberto Castillo Martínez, en 1961, fundó en
México el Movimiento de Liberación Nacional (MLN). En la Asamblea Constitutiva
habló el general Lázaro Cárdenas para apoyar a dicho organismo en sus
"luchas revolucionarias".
Esta organización integró al comunismo ruso personajes
prominentes de las casas de estudio: profesionales, artistas, escultores, es
decir, la aristocracia del comunismo en cada país, y su acción fue dirigida
también a estudiantes campesinos.
En relación con este movimiento, Heberto Castillo confesó
abierta y claramente que la "agitación estudiantil fue auspiciada y
dirigida por él y los maestros de su misma afiliación que lo secundaron".
Con Heberto Castillo actuaron los maestros: Ifigenia
Martínez de Navarrete, Víctor Flores Olea, Eli de Gortari y otros. Su labor era
tesonera y efectiva como una gota de agua que perfora la roca. Usando la
imaginación, la fogosidad, el entusiasmo y la candidez de los líderes" y
estudiantes del CNH, con sus cátedras, sus charlas en conferencias y a través
de sus escritos, los convencieron, indujeron y manejaron, arrastrándolos en su
loca aventura.
¿Para alcanzar el poder? ¡Sí! Ellos confiaban en que el
conflicto estudiantil podría aprovecharse para hacer la revolución en México ya
que, según su personal criterio y ambición, las condiciones eran propicias.
El general Cárdenas los animó y ayudó ofreciéndoles también
protección en los contratiempos que tuvieran, ofrecimiento que cumplió
escondiendo en su casa a Heberto Castillo, a maestros y a otros líderes del Movimiento
de "68", quienes por faltas y delitos contra la ley, a mediados de
septiembre, eran buscados por la policía.
El general Lázaro Cárdenas también estuvo entrevistándose
con el rector de la Universidad Nacional, ingeniero Javier Barros Sierra. En dichas
entrevistas lo incitó y convenció para que apoyara los actos de los estudiantes
en los aciagos días del 68, pues consideraba que más que un derecho era
obligación que la Universidad con su rector, se adhiriera y apoyaran el
"Movimiento Estudiantil". Le manifestó concretamente que era una
obligación del rector, maestros y alumnos, no sólo defender su casa de estudios
sino la Constitución misma, que estaban violando.
El "cuartel general" era la Universidad. Allí se
reunían universitarios, politécnicos y normalistas, y usaban no sólo las
instalaciones universitarias, sino también el equipo, imprenta y mobiliario
para elaborar todo tipo de propaganda dirigida a subvertir el orden público.
¿Cómo podría calificarse el hecho de que maestros y
estudiantes, con la anuencia del rector, convirtieran las instalaciones de la
Ciudad Universitaria en un "Cuartel General de Guerrilleros"?
El campo de batalla era la ciudad de México. En su llamada
lucha se ultrajó a la población; se asaltaron y saquearon comercios; destruyeron
vidrios de casas particulares; fueron secuestrados camiones del servicio
público que luego quemaron junto con trolebuses; se robaron automóviles
particulares; bloquearon las bocacalles con carros y camiones producto del
pillaje. Todo esto era pregonado como el inicio de la "Revolución
Estudiantil".
La noche del 15 de septiembre de 1968, los nuevos salvadores
de la patria acompañaron a Heberto Castillo hasta las instalaciones de la UNAM,
donde enarbolando el lábaro patrio dio el Grito de Independencia, emulando el
acto del Grito de Dolores, ceremonia que cada año se hace en el Palacio
Nacional. A continuación se habló de la formación de una "Junta de
Gobierno" misma que, en la primera oportunidad, se pediría que fuera
reconocida por países socialistas y comunistas y también por las repúblicas en
donde estuvieran actuando abiertamente los Movimientos de Liberación Nacional o
la Organización Latinoamericana de Solidaridad.
Si los instigadores del movimiento de 68, Heberto Castillo y
sus seguidores hubieran triunfado, desde ese fatídico año México hubiera caído
dentro de la órbita comunista y seríamos ahora otra Cuba u otra Nicaragua.
Es esta la razón por la que el Presidente Díaz Ordaz, el 18
de septiembre de 1968, ordenó al Ejército ocupar la Universidad Nacional
Autónoma de México.
En ese momento México tuvo un Presidente a la altura de sus
problemas. Los ataques, los agravios, fueron y aún son para el Presidente Díaz
Ordaz; pero el daño real, el mal, lo repito una vez más, se le hizo a México, a
la patria.
Se Enfrentó a Díaz Ordaz en 68
"Cárdenas, Agente de Moscú"
Llamó Flores Olea a "Morir o Matar" en Tlatelolco
Pretendía el CNH Impedir las Olimpiadas, Asegura
"La Masacre era Inevitable; la Tropa fue Agredida"
Luis Gutiérrez Oropeza, General de Brigada
Segunda de tres partes
Publicado el 15 de mayo de 1986
El general Lázaro Cárdenas, en su empeño de servir al
comunismo ruso, llegó al extremo de presentarse inesperadamente para sorpresa
de todos en el edificio de Los Pinos, donde solicitó ser recibido por el
Presidente Díaz Ordaz, quien precisamente en esos momentos salía para asistir a
una ceremonia. Como no había previa solicitud de audiencia, se pidió a dicho
militar que esperara unos momentos mientras el Presidente era informado de su
deseo.
Cárdenas, cuando estuvo en presencia del Presidente Díaz
Ordaz, le manifestó la razón de su urgencia y agregó "Señor Presidente, he
sido Presidente y considero que se está violando la Constitución".
A esta afirmación el Presidente Díaz Ordaz contestó:
"Yo soy Presidente y además abogado; el proceder de mi gobierno se ajusta
a un artículo de la Constitución, señor general".
¿Cuál es ese artículo?, replicó el general Cárdenas al
Presidente.
A esta pregunta la respuesta de Díaz Ordaz fue: "El
mismo artículo en que usted se apoyó para sacar del país al general Plutarco
Elías Calles".
El general Cárdenas, confundido, guardó silencio. A
continuación, el Presidente Díaz Ordaz dijo al general Cárdenas: "Mi
general, ya me acordé del artículo; ese artículo es México, ¡México, mi
general! Alentar la subversión y dar asilo a los subvertidores del orden y el
respeto a las instituciones, eso sí es violar la Constitución, señor general.
Con permiso agregó, queda usted en su casa".
El Presidente salió y dejó parado a medio despacho al
general Cárdenas. Ya se alejaba el vehículo en que el Presidente Díaz Ordaz iba
a cumplir sus compromisos cuando el general Cárdenas salió del despacho
presidencial con la mirada perdida y con su sombrero en la mano.
¡Qué difícil debe ser aceptar dejar se ser!
¡Qué malo es confundir los tiempos!
***
Los Juegos Olímpicos del "68", Prejuicios y
Amenazas.
Fue un antecesor, el Presidente López Mateos, quien tras
librar obstinada lucha, obtuvo para México la sede de la XIX Olimpiada Mundial,
con lo que insertó en nuestra historia un hecho importante: iba a ser la
primera nación latinoamericana que recibiría tal honor. Sin embargo, la
realización de aquélla corrió a cargo de Díaz Ordaz, que lo sucedió en el
cargo.
Desde el principio del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, la
izquierda radical que mucho se había soliviantado en el régimen anterior
recibió órdenes precisas del comunismo internacional de aprovechar los
preparativos de la Olimpiada para desarrollar en México la parte que, en la
Revolución Mundial le estaba asignada.
Se trató de obstaculizar los preparativos para la
realización de la Olimpiada, esencialmente con el problema estudiantil que
pretendió desacreditar al país ante los ojos del mundo mediante una prensa
internacional, más política que deportiva, que hizo acto de presencia en la
ciudad de México. La Noche del 2 de Octubre. Hay quienes quieren hacer aparecer
la agitación estudiantil del 68 como un movimiento de defensa de intereses
nacionales.
Es inexacto: la noche del 2 de octubre de 1968 quedará en la
historia del México con dos sellos: uno, de deslealtad y traición a la patria
por políticos deshonestos; de los criollos de espíritu y de los que viven al
amparo de ideas y banderas de países extranjeros, como algunos notables
intelectuales, maestros y estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de
México que, desentendiéndose de su principal misión, entraron en el torbellino
de las ambiciones y conveniencias que dieron forma a todo este aparato,
agrandado por los mercenarios de la pluma.
El otro sello es: la hidalguía del Presidente Díaz Ordaz
que, con su energía, y oportuna decisión puso a salvo los valores fundamentales
de México.
En el renglón del orden y la seguridad nacionales, el
gobierno no puede, no debe correr el riesgo de una falla, de un déficit, de un
error o de una falla de hombría porque lo que está en juego es la vida de una
nación.
Por ello Gustavo Díaz Ordaz no tuvo más opción que emplear
la fuerza para contener la violencia en que nos querían envolver. Cuando falta
autoridad hacen acto de presencia la anarquía o la dictadura.
Gustavo Díaz Ordaz, en su informe del 1o. de septiembre de
1968 había dicho al pueblo de México: "Ante la alternativa de escoger
entre las estructuras mismas de México y las conveniencias personales, la
decisión está tomada: defenderé los principios y arrostraré las
consecuencias".
Si la noche del 2 de octubre fue sangrienta se debió a la
premeditada agresión de que fue objeto el Ejército Mexicano por parte de los
subversivos", cuya manifiesta intención era que ese día hubiera muertos,
hecho que les daría una "bandera" para justificar sus actos y dar el
golpe final. Lógicamente, la reacción del Ejército no se hizo esperar y tuvo
que hacer uso de las armas para repeler la agresión.
Tengamos presente que ya sólo faltaban 10 días para la
iniciación de los Juegos Olímpicos y que, entre las condiciones fijadas por el
Comité Olímpico Internacional destaca de manera principal "que todo país
designado como sede de una Olimpiada, 40 días antes de su iniciación debe
garantizar que se vive en un ambiente de estabilidad política y
tranquilidad".
Si hay alguna duda sobre los propiciadores de los hechos
señalados anteriormente, basta con mencionar las reuniones con improvisados
líderes estudiantiles y entrevistas privadas de maestros encabezados por
Heberto Castillo con algunos políticos resentidos y con el general Lázaro
Cárdenas y también leer la propaganda manuscrita que se hizo circular. De esta
última destaca la que originó unos volantes reproduciendo una invitación de
Víctor flores Olea para que concurrieran al mitin que iba a efectuarse en la
tarde del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas. En dicha invitación,
abiertamente, se incitaba a los asistentes a matar o morir. En la parte final
del texto se asentó: "Todos los hombres han de morir, pero la muerte puede
tener distintos significados".
(...) Un estudio a fondo, imparcial, sobre lo ocurrido en el
68 y especialmente el 2 de octubre hay elementos para hacerlo pondría a las
personas y a los hechos en el justo lugar de la historia.
El Presidente de México decidió enfrentar con energía las
difíciles circunstancias y actuó firmemente con la certeza de que su postura
era la correcta. Ciertamente, la noche del 2 de octubre fue trágica, pero más
lo hubieran sido los tiempos por venir si quienes proyectaron este
"golpe" a México hubieran triunfado en su intento y lograr hundir al
país.
La magnitud de los acontecimientos atemorizó a los que en
ellos participaban y a sus simpatizadores políticos y oportunistas que negaron
entonces y aún ahora rechazan la responsabilidad y culpa que tienen en los
graves sucesos de 1968, principalmente en lo acontecido el 2 de octubre de ese
año.
Los funcionarios timoratos y venales, pero más aquellos que
ambicionaban llegar a la Primera Magistratura del país, recobraron la
tranquilidad cuando en el informe del 1§ de septiembre de 1969, el Presidente
Díaz Ordaz enfáticamente declaró al pueblo de México: "Asumo íntegramente
la responsabilidad: personal, ética, social, jurídica, política e histórica por
las decisiones del gobierno en los sucesos del año pasado".
Seguro de su correcto proceder, Díaz Ordaz actuó como lo
hizo, pensando en que el pueblo no le habría perdonado si, por falta de valor,
no hubiera tomado las determinaciones que en esos momentos eran ya
inaplazables. A raíz de esos acontecimientos y de la acción que hubo de tomarse
expresó: "El pueblo podrá perdonar
que me falle la cabeza, que se me imponga el corazón".
Afortunadamente por la indoblegable entereza de su
gobernante, México no cayó en esos años en las garras del comunismo; y aunque
algunos no lo acepten, hay que reconocer que en tan críticos momentos, Gustavo
Díaz Ordaz resolvió el problema dentro de los lineamientos de la ley y de
acuerdo con las facultades que la Constitución le confería para preservar la
integridad de la nación y sus instituciones.
Ya renovados los poderes de la Unión, los autores del
Movimiento del 68, los acelerados de la sedición y todos aquellos de marcada
tendencia comunista que directa o indirectamente estuvieron coludidos en el
citado movimiento, aceptaron sin objetar la oportunidad que, ya fuera por
convenir a su gobierno o como respuesta por la destacada actuación que tuvieron
en el conflicto estudiantil, les brindó el Presidente Luis Echeverría para
colaborar en su régimen. Ya integrados a los cuadros oficiales, en muchos casos
asignados, a cargos de responsabilidad y jerarquía, vieron colmados sus anhelos
de poner en práctica las ideas por las que luchan y cumplir el compromiso que
tienen con el comunismo internacional: Destruir a México, cambiando sus
estructuras democráticas.
Sobre lo ocurrido en 68 se ha creado confusión debido a que
los que han escrito sobre estos hechos no tuvieron vivencia en ellos; han
hablado de los que saben de oídas, de lo que les contaron, de lo que, en su muy
personal sentir, interpretaron de las noticias publicadas en esos días por los
órganos de información periodística; otros simplemente se han referido a las
opiniones escuchadas sobre el problema; los más califican los acontecimientos
con la parcialidad de simpatizadores ideólogos y los hubo también que
aprovecharon la división de opiniones que originó el problema para favorecer
intereses puramente comerciales.
Ahora es casi seguro que los llamémosles golpistas estén
esperando mejores y afianzar su posición dentro del sistema, para ser ellos los
que escriban la historia de lo ocurrido en México en 1868. Podemos asegurar,
sin temor de equivocarnos, que en esta historia los "antipatria"
después de limpiar su imagen se harán aparecer como héroes ante el pueblo de
México. Todos los mexicanos que amamos nuestras patria deberemos hacer
conciencia y estar alerta para que esta infamia no se nos imponga como verdad.
Estamos seguros de que la verdad histórica sobre los hechos
de 68 contendrán una interminable lista de infamias, deslealtades y traiciones
que lesionaron, no al Presidente Díaz Ordaz, sino al pueblo de México, a la
patria, que es digna y merecedora de mejor suerte. La mentira puede correr
años, pero la verdad, con un solo paso que dé, la aventaja; desgraciadamente,
los que menos hemos hecho por destruir esa mentira, somos todos los mexicanos,
unos por apatía y otros por conformistas.
El innegable cambio que desde 1970 ha sufrido el país, nos
da la razón que tuvo Díaz Ordaz para actuar como lo hizo; cierto es que con su
patriótica actitud sólo retardó un poco los males que ahora padecemos.
Hubo Orden de Atacar a Díaz Ordaz
Era Incapaz de Hacer Comentarios, Retirado
"Se Necesita ser más Hombre Para Callara"
Roel lo Obstaculizó Cuando fue a España
Luis Gutiérrez Oropeza, General de Brigada
Tercera y última parte
Publicado el 16 de mayo de 1986
Al dejar Gustavo Díaz Ordaz la Presidencia de la República,
se alejó del medio político con la dignidad que siempre lo caracterizó y fue
incapaz de hacer comentarios o externar opiniones sobre una tarea que para él
ya había terminado. Sólo habló cuando se le obligó a hacerlo.
Gustavo Díaz Ordaz se dedicó a viajar por el país y el
extranjero, primero acompañado de su esposa, y posteriormente solo, ya que su
esposa, por razones de salud, no podía acompañarlo; infortunadamente, el 18 de
julio de 1974 dejó de existir su respetada esposa y leal compañera, doña
Guadalupe Borja de Díaz Ordaz.
Don Gustavo Díaz Ordaz durante los seis años de gobierno del
Presidente Echeverría fue blanco de ataques, de marcadas groserías por parte de
funcionarios de jerarquía y aun de los de segunda fila, sólo que era visible
que su proceder obedecía a instrucciones superiores.
En alguna ocasión en que los ataques dirigidos a don Gustavo
fueron francamente irritantes por injustos, uno de sus ex colaboradores le
preguntó porqué no contestaba a esa insultante actitud, y el ex presidente
solamente dijo: "Se necesita ser
muy hombre para hablar, pero más hombre se necesita para quedarse callado. Si
él no sabe respetar la persona de un Presidente yo sí; pero además, ¿qué
lograríamos con este pleito?, sólo hacerle mucho daño a México. Si el
licenciado Echeverría no ha aprendido a ser Presidente, espero que aprenda cómo
debe portarse cuando deje de serlo".
Al terminar su mandanto, el licenciado Echeverría envió un
emisario que buscara acercarlo nuevamente al licenciado Díaz Ordaz y reanudar
el trato de amigos que durante su gobierno se había interrumpido. Don Gustavo
Díaz Ordaz, tajantemente rechazó tal intento.
Embajador de México ante el Gobierno Español. El licenciado
Díaz Ordaz recibió invitación para el acto de toma de posesión como Presidente
de la República, del licenciado José López Portillo. Como una atención que
obliga dispensar al nuevo mandatario, se puso a sus órdenes, pero por su mente
no cruzó la idea de obtener comisión del gobierno ni mucho menos convertirse en
representante diplomático de nuestro país.
El Presidente López Portillo deseaba y afanosamente buscaba
reanudar las relaciones con la Madre Patria, pero en España se veía con recelo
este deseo porque estaban presentes los ataques a su gobierno y al pueblo
español que lanzó el Presidente Echeverría.
Ya en el terreno de poder presentar posibles candidatos a
embajadores por parte de México, se tenía que recurrir a quienes no tuvieran
"sello de Echeverría" aunque éste fuera el que distinguiera al mismo
Presidente López Portillo. En España se expresó, aunque con el debido
comedimiento, que aceptarían de buen grado a alguien probadamente desconectado
del grupo echeverrista y, lógicamente se mencionó con beneplácito al licenciado
Gustavo Díaz Ordaz.
El entonces secretario de Relaciones de México, Santiago
Roel, se apresuró a dar por hecho que al licenciado Díaz Ordaz le agradaría el
cargo y aceptaría de buen grado ser propuesto como embajador de México en
España; pero don Gustavo de ninguna manera estuvo de acuerdo con esta propuesta
y así se lo hizo saber por escrito al Presidente López Portillo, quien ya
convencido por Santiago Roel, insistió y le pidió que aceptara. "...un
Presidente no pide, ordena, afirmó siempre el licenciado Díaz Ordaz", por
eso, dando una vez más muestras de su respeto a la institucionalidad, consintió
en ser enviado para reabrir los cauces políticos y de amistad entre los dos
países.
Una vez señalada la fecha en que el nuevo embajador Díaz
Ordaz viajaría a España, el Presidente López Portillo le manifestó que, a
partir del momento en que quedaran reanudadas oficialmente las relaciones
diplomáticas México-España, si así lo decidía, podría renunciar a su cargo de
embajador.
Díaz Ordaz siempre tuvo presente lo expresado por el
mandatario mexicano y llegado el momento dimitió del cargo que contrariamente a
su deseo tuvo que aceptar, pues siempre se dio cuenta de la falsedad y dolo con
que se procedió para su nombramiento.
Piedras en el Camino. Se pueden calificar así los actos
tanto del titular de la Secretaría de Relaciones como del personal de la misma
para con el licenciado Díaz Ordaz, como se podrá apreciar por los siguientes
comentarios:
1. Porque a la entrevista que Relaciones le preparó para la
prensa al recién designado, en el edificio de la Secretaría de Relaciones
Exteriores, no solamente asistieron los reporteros de la fuente como es
costumbre, sino que se llamó a otros periodistas políticos de bien marcada
tendencia izquierdista que con insistencia le hicieron preguntas no sobre el
cargo que iba a desempeñar, sino respecto a hecho ocurridos durante su mandato
como Presidente, concretamente refiriéndose al movimiento de 1968.
2. La descortesía de la SRE para con el licenciado Gustavo
Díaz Ordaz, al nombrar, sin consultarle, el personal de la embajada, pues es de
suponerse que aunque sea por una obligada atención al recién designado, se le
pida su anuencia para determinar qué personal estará a sus órdenes.
3. Un conocido medio de difusión comentó al arribo del
embajador Díaz Ordaz a Madrid, que fue abordado por la prensa española y que
entre otras cosas le hizo la siguiente pregunta: "¿Qué opinaba de las
ofensivas declaraciones que Luis Echeverría como Presidente de México había
hecho en contra del gobierno español?" El embajador Díaz Ordaz contestó
poco más o menos lo siguiente: "...que lo que había dicho una persona no
podía tomarse como el sentir de un pueblo y que prueba de ello eran los lazos
afectuosos entre mexicanos y españoles". Inmediatamente, los
representantes de la prensa mexicana lograron una entrevista con el secretario
Roel para pedirle su opinión sobre lo declarado por el embajador Díaz Ordaz y
la respuesta fue que era una opinión muy personal del aludido.
Se comentó entonces, en los medios políticos, que el
secretario de Relaciones debía haber sido más preciso en su declaración sobre
lo expresado por Díaz Ordaz y apoyarlo, y si no estaba de acuerdo, hacerlo
notar pero clara, directamente, porque el licenciado Díaz Ordaz, como
embajador, era un funcionario que dependía de la Secretaría de Relaciones
Exteriores.
El licenciado Díaz Ordaz presentó las cartas credenciales
que lo acreditaban ante el rey de España como embajador extraordinario y
ministro plenipotenciario ante el gobierno español y asimismo como
representante personal del Presidente de México.
La designación del licenciado Díaz Ordaz como embajador
molestó visiblemente a otros funcionarios del mismo rango que habían sido
nombrados por el Presidente Echeverría. El que a continuación se comenta es uno
de esos casos.
En 1975, el entonces Presidente Echeverría nombró embajador
de México en Francia al escritor Carlos Fuentes merecido premio a su destacada
intervención en el movimiento de 1968. Su sueldo como embajador no debería
rebasar los 8,000 dólares, pero por instrucciones presidenciales se le niveló a
20,000, más una partida especial de 40,000, o sea que recibía un total de
60,000 dólares al mes. Según el propio Carlos Fuentes, la razón de este
especial trato económico era sus buenas relaciones con los gobiernos
socialistas y comunistas y porque además estaba encargado de influir en el
medio diplomático para que se designara Premio Nobel de la Paz al Presidente
Luis Echeverría, distinción que con posterioridad podría servirle para aspirar
con mayor éxito a la presidencia de la UNESCO. Luis Echeverría ni siquiera fue
mencionado para ocupar ninguno de los dos honrosos cargos.
Fue por esos días que se hizo pública la designación del ex
Presidente Díaz Ordaz como embajador de México en España, nombramiento que
Carlos Fuentes tomó como pretexto para renunciar a su cargo diplomático en
Francia, sustrayéndose así a una investigación que, de haberse efectuado, le
habría ocasionado múltiples problemas.
La experiencia que da el malabarismo puesto en práctica para
sobrevivir bien dentro del Erario.
Apenas presentadas las cartas credenciales por el embajador
Díaz Ordaz al gobierno español, hizo acto de presencia en Madrid el ex
embajador Carlos Fuentes que desde luego comenzó a maniobrar para que la
izquierda española lanzara una "escalada" en contra del nuevo
embajador; pero la izquierda española no lo apoyó en su propósito y se negó a
secundarlo aduciendo que era el representante oficial de un gobierno amigo,
pero que si eran grupos mexicanos los que la iniciaran, entonces ellos se les
unirían.
Decepcionado de la actitud de la izquierda española, Carlos
Fuentes se puso en contacto con su amigo y compañero Fausto Zapata, ambos de la
misma ideología, y que fue el que encabezó todos los ataques contra el
licenciado Díaz Ordaz en el gobierno de Echeverría, Zapata en esos días era
embajador de México en Italia, y de acuerdo ambos, Zapata fue trasladó a Madrid
con objeto de prepararle un "homenaje" al ex embajador Carlos
Fuentes. En ese acto surgiría la pregunta obligada: ¿Por qué la renuncia de
Carlos Fuentes como embajador de México en Francia? Pero la realidad de esta
reunión era que ésta sería la señal de "arranque" para que la izquierda
española iniciara sus ataques al embajador Díaz Ordaz.
De estos hechos es testigo el personal mexicano que aún
presta sus servicios en la embajada de México en España.
¿No es absurdo que en su empeño por desacreditar a Díaz
Ordaz se pretendiera que en un país extranjero, un embajador de México (Zapata)
preparara un "homenaje" a un ex embajador de México para que fuera
éste el inicio de una escalada de ataques a un mexicano también representante
diplomático de México?
Días después, el gobierno mexicano cesó en sus funciones de
embajador de México en Italia a Fausto Zapata, y también ya reanudadas las
relaciones diplomáticas con la Madre Patria, Díaz Ordaz dimitió como embajador.
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