martes, 12 de marzo de 2013

Habla el Jefe del Estado Mayor de Díaz Ordaz


El de 68, Movimiento Comunista
"Cárdenas Apoyó a la UNAM Contra el Presidente"
Era Inaceptable Entonces Tener un Diálogo Público
"Heberto Castillo Puso en Bancarrota al MLN"



 EXCELSIOR publica a partir de hoy, (14 de mayo de 1986) extractos del libro titulado Gustavo Díaz Ordaz, recientemente publicado en edición privada por el general Luis Gutiérrez Oropeza, quien fue, precisamente, el Jefe del Estado Mayor Presidencial del fallecido ex mandatario.

Luis Gutiérrez Oropeza, General de Brigada

Primera de tres partes

Publicado el 14 de mayo de 1986

Un conflicto entre estudiantes en 1968 lo convierten en un problema entre la policía y alumnos de casi todos los centros de enseñanza.
Las agresiones estudiantiles contra la policía empiezan a tomar auge; los enfrentamientos se repiten, cada vez mayor número de lesionados y con este pretexto, los dizque estudiantes, organizan una manifestación de protesta para el día 26 de julio, que premeditadamente hacen coincidir con una manifestación comunista con la que ese día se conmemora el aniversario de la Revolución Cubana.
El choque entre integrantes de ambas manifestaciones y la policía se produce con más violencia y da origen a la detención de varias gentes de los grupos manifestantes.
La reacción de los participantes en los disturbios no se hace esperar y se inican los actos de vandalismo. Principalmente, a casas comerciales y transportes urbanos. Con este último procedimiento se afecta directamente a la gene humilde y a los trabajadores y empleados.
En estos hechos se detecta la presencia de grupos comunistas de choque que tienen como misión hacer más graves los problemas entre estudiantes y policías. Proceden a bloquear las calles con camiones que con violencia fueron arrebatados a sus conductores; se suspende el tránsito público y da principio el "paro colectivo" de instalaciones educativas. En pocas horas la alargada crece, engrosada ya no sólo por estudiantes de escuelas particulares, sino también por gente joven de diversos estratos sociales, desde luego no estudiantes, que nada tenían que ver con el problema, pero que decían apoyar el movimiento estudiantil.
En los disturbios de 1968 se recurrieron a toda clase de amenazas y formas de violencia. Hubo mítines, manifestaciones, peticiones de consignación de funcionarios, paros- relámpago de centros oficiales de estudio, "plantones", formación de consejos, comités coordinadores del movimiento y finalmente, petición de diálogo público entre autoridades y estudiantes que debería transmitirse por radio y televisión, con la presencia de periodistas nacionales y extranjeros.
La demanda de diálogo público en presencia de periodistas era inaceptable, puesto que el régimen no iba a presentarse a una maniobra de simple exhibicionismo, porque no era cierto que estuvieran dispuestos al diálogo, ni público ni privado. Era una simple artimaña con la que pretendían hacer aparecer ante la opinión pública que eran víctimas de la intransigencia de las autoridades y conseguir que apoyara sus pretensiones. La realidad era tomar la negativa de diálogo como pretexto para alargar los disturbios con mayores actos de violencia, todo el tiempo que fuera posible.
No había deseo sincero ni decisión seria para llegar al diálogo. No podía haberlos si entre los que se decían dirigentes no se ponían de acuerdo. Todos querían ser el número uno, tener el mando absoluto y disponer acciones de acuerdo con su personal criterio y conveniencia. Los que eran señalados como cuadro de mando, digamos como ejemplo, un domingo, al día siguiente habían sido revelados. No había directriz con la seriedad requerida y la autoridad suficiente para tener un diálogo. Sus actos eran producto del desahogo de sus frustraciones.
El grupo comunista había preparado un plan no para atentar contra el gobierno, sino contra el pueblo de México, que estaba colocando ante la alternativa de cambiar su régimen de gobierno y elegir entre la anarquía o la dictadura, e inicia la primera etapa de su plan aprovechando el menor incidente para intervenir con actos violentos y alterar el orden público. Pero su interés mayor es llevar los excesos hasta crear el caos en la ciudad de México y hacer fracasar la realización de los Juegos Olímpicos (...)
En el Estado Mayor del Presidente Díaz Ordaz se tuvo conocimiento de un probable "atentado" contra la persona del Presidente el día 1§ de septiembre, con motivo de su Informe al pueblo de México, en el recinto de la Cámara de Diputados. Hecho un estudio sobre las probables áreas críticas, se determinó que éstas eran: el Palacio Nacional, las calles de 5 de Mayo y Bolívar, en el tramo que da acceso al edificio de la Cámara de Diputados.
Como en la fecha citada no ocurrió ningún atentado, se pensó que podrían haber decidido llevarlo a efecto la noche del 15 de septiembre.
El 16 de septiembre el Presidente debía hacer un recorrido del Monumento a la Independencia al Palacio Nacional y permanecería en el balcón central de este edificio unas dos horas para presenciar el desfile militar.
Hizo el recorrido el presidente Díaz Ordaz en carro descubierto que se deslizó sin escolta a los lados, a una distancia de 3 o 4 metros de la gente del pueblo que formaba la valla y le aplaudía.
Durante el tiempo del desfile que fue fácil blanco para cualquier francotirador que estuviera apostado en algún balcón o en las azoteas de los edificios que circundan la Plaza de la Constitución.
El Presidente de la República estuvo informado día a día de las amenazas contra su vida; sin embargo, no cambió su proceder y comportamiento habituales en lo mínimo y enfrentó con entereza los riesgos "del oficio y del cargo" (...)
Y no parece ser coincidencia que en los meses críticos de 1968, según informe dado al Presidente Díaz Ordaz por el director de Pemex, se presentaran buques de guerra extranjeros frente a las costas del estado de Campeche, en aguas internacionales.
Los motivos de esa presencia eran fáciles de adivinar: se trataba de intimidar, de presionar al Presidente mexicano para que diera marcha atrás y dejara sin efecto su orden dada para que fueran canceladas las concesiones (contraídas durante el gobierno de Alemán).
Ante esta noticia, el Presidente dijo al director de Petróleos Mexicanos: Licenciado Reyes Heroles, sobre este asunto, ¿qué instrucciones le he dado?; a lo que el aludido contestó: "Que sean anuladas las concesiones, señor Presidente". Entonces, señor licenciado, no deje de hacerlo, le reiteró el Presidente. (...)
En la tarde del día 3 de octubre de 1968, notablemente preocupado, se presentó en Los Pinos el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, presidente del Comité Organizador de los XIX Juegos Olímpicos, deseaba ver, con urgencia, al señor Presidente Díaz Ordaz.
La urgencia, manifestó, se debía a que en la mañana de ese mismo día se habían presentado ante él los presidentes de las Comisiones Olímpicas (3) de los más importantes países europeos.
Que los tres dirigentes habían manifestado al arquitecto Ramírez Vázquez que el objetivo de su presencia era informarle que "ante la gravedad de los sucesos que estaban ocurriendo, sus respectivas delegaciones se proponían abandonar la ciudad de México, expuso por su parte que de ocurrir esto, otras delegaciones imitarían su ejemplo. Pero que, sin embargo, la decisión podría no llevarse a efecto si el Gobierno Mexicano compensaba su colaboración".
Este tipo de proposiciones, en cualquier idioma y en todos los medios, tiene el mismo nombre, la misma intención: Chantaje.
El Presidente Díaz Ordaz, enterado del problema, ordenó al arquitecto Ramírez Vázquez que hiciera del conocimiento de los tres presidentes de las Comisiones Deportivas Extranjeras: "Que México era un país pobre; que al ser distinguido con el otorgamiento de la sede de los Juegos Olímpicos, había hecho grandes esfuerzos en todos los aspectos, entre ellos y de manera principal el económico, para prepararse convenientemente y que los citados Juegos se realizarán en la ciudad capital de México en forma decorosa". Que si los presidentes de las delegaciones que le mencionaban el deseo de abandonar al país y otras seguían su ejemplo, él no trataría de impedirlo ni aunque con esa actitud propiciara la no realización de la Olimpiada. Le expresó también que a su gobierno le interesaba mucho que tales justas se llevaran a efecto, pero que para él tenía mucho más importancia la seguridad e integridad de México en todos los aspectos.
México tuvo su Olimpiada que fue considerada como la más extraordinariamente celebrada, hasta entonces, en la historia del deporte.

***

El general Lázaro Cárdenas y las pretensiones universitarias. El ingeniero Heberto Castillo Martínez, en 1961, fundó en México el Movimiento de Liberación Nacional (MLN). En la Asamblea Constitutiva habló el general Lázaro Cárdenas para apoyar a dicho organismo en sus "luchas revolucionarias".
Esta organización integró al comunismo ruso personajes prominentes de las casas de estudio: profesionales, artistas, escultores, es decir, la aristocracia del comunismo en cada país, y su acción fue dirigida también a estudiantes campesinos.
En relación con este movimiento, Heberto Castillo confesó abierta y claramente que la "agitación estudiantil fue auspiciada y dirigida por él y los maestros de su misma afiliación que lo secundaron".
Con Heberto Castillo actuaron los maestros: Ifigenia Martínez de Navarrete, Víctor Flores Olea, Eli de Gortari y otros. Su labor era tesonera y efectiva como una gota de agua que perfora la roca. Usando la imaginación, la fogosidad, el entusiasmo y la candidez de los líderes" y estudiantes del CNH, con sus cátedras, sus charlas en conferencias y a través de sus escritos, los convencieron, indujeron y manejaron, arrastrándolos en su loca aventura.
¿Para alcanzar el poder? ¡Sí! Ellos confiaban en que el conflicto estudiantil podría aprovecharse para hacer la revolución en México ya que, según su personal criterio y ambición, las condiciones eran propicias.
El general Cárdenas los animó y ayudó ofreciéndoles también protección en los contratiempos que tuvieran, ofrecimiento que cumplió escondiendo en su casa a Heberto Castillo, a maestros y a otros líderes del Movimiento de "68", quienes por faltas y delitos contra la ley, a mediados de septiembre, eran buscados por la policía.
El general Lázaro Cárdenas también estuvo entrevistándose con el rector de la Universidad Nacional, ingeniero Javier Barros Sierra. En dichas entrevistas lo incitó y convenció para que apoyara los actos de los estudiantes en los aciagos días del 68, pues consideraba que más que un derecho era obligación que la Universidad con su rector, se adhiriera y apoyaran el "Movimiento Estudiantil". Le manifestó concretamente que era una obligación del rector, maestros y alumnos, no sólo defender su casa de estudios sino la Constitución misma, que estaban violando.
El "cuartel general" era la Universidad. Allí se reunían universitarios, politécnicos y normalistas, y usaban no sólo las instalaciones universitarias, sino también el equipo, imprenta y mobiliario para elaborar todo tipo de propaganda dirigida a subvertir el orden público.
¿Cómo podría calificarse el hecho de que maestros y estudiantes, con la anuencia del rector, convirtieran las instalaciones de la Ciudad Universitaria en un "Cuartel General de Guerrilleros"?
El campo de batalla era la ciudad de México. En su llamada lucha se ultrajó a la población; se asaltaron y saquearon comercios; destruyeron vidrios de casas particulares; fueron secuestrados camiones del servicio público que luego quemaron junto con trolebuses; se robaron automóviles particulares; bloquearon las bocacalles con carros y camiones producto del pillaje. Todo esto era pregonado como el inicio de la "Revolución Estudiantil".
La noche del 15 de septiembre de 1968, los nuevos salvadores de la patria acompañaron a Heberto Castillo hasta las instalaciones de la UNAM, donde enarbolando el lábaro patrio dio el Grito de Independencia, emulando el acto del Grito de Dolores, ceremonia que cada año se hace en el Palacio Nacional. A continuación se habló de la formación de una "Junta de Gobierno" misma que, en la primera oportunidad, se pediría que fuera reconocida por países socialistas y comunistas y también por las repúblicas en donde estuvieran actuando abiertamente los Movimientos de Liberación Nacional o la Organización Latinoamericana de Solidaridad.
Si los instigadores del movimiento de 68, Heberto Castillo y sus seguidores hubieran triunfado, desde ese fatídico año México hubiera caído dentro de la órbita comunista y seríamos ahora otra Cuba u otra Nicaragua.
Es esta la razón por la que el Presidente Díaz Ordaz, el 18 de septiembre de 1968, ordenó al Ejército ocupar la Universidad Nacional Autónoma de México.
En ese momento México tuvo un Presidente a la altura de sus problemas. Los ataques, los agravios, fueron y aún son para el Presidente Díaz Ordaz; pero el daño real, el mal, lo repito una vez más, se le hizo a México, a la patria.
Se Enfrentó a Díaz Ordaz en 68

"Cárdenas, Agente de Moscú"

Llamó Flores Olea a "Morir o Matar" en Tlatelolco
Pretendía el CNH Impedir las Olimpiadas, Asegura
"La Masacre era Inevitable; la Tropa fue Agredida"

Luis Gutiérrez Oropeza, General de Brigada

Segunda de tres partes

Publicado el 15 de mayo de 1986

El general Lázaro Cárdenas, en su empeño de servir al comunismo ruso, llegó al extremo de presentarse inesperadamente para sorpresa de todos en el edificio de Los Pinos, donde solicitó ser recibido por el Presidente Díaz Ordaz, quien precisamente en esos momentos salía para asistir a una ceremonia. Como no había previa solicitud de audiencia, se pidió a dicho militar que esperara unos momentos mientras el Presidente era informado de su deseo.
Cárdenas, cuando estuvo en presencia del Presidente Díaz Ordaz, le manifestó la razón de su urgencia y agregó "Señor Presidente, he sido Presidente y considero que se está violando la Constitución".
A esta afirmación el Presidente Díaz Ordaz contestó: "Yo soy Presidente y además abogado; el proceder de mi gobierno se ajusta a un artículo de la Constitución, señor general".
¿Cuál es ese artículo?, replicó el general Cárdenas al Presidente.
A esta pregunta la respuesta de Díaz Ordaz fue: "El mismo artículo en que usted se apoyó para sacar del país al general Plutarco Elías Calles".
El general Cárdenas, confundido, guardó silencio. A continuación, el Presidente Díaz Ordaz dijo al general Cárdenas: "Mi general, ya me acordé del artículo; ese artículo es México, ¡México, mi general! Alentar la subversión y dar asilo a los subvertidores del orden y el respeto a las instituciones, eso sí es violar la Constitución, señor general. Con permiso agregó, queda usted en su casa".
El Presidente salió y dejó parado a medio despacho al general Cárdenas. Ya se alejaba el vehículo en que el Presidente Díaz Ordaz iba a cumplir sus compromisos cuando el general Cárdenas salió del despacho presidencial con la mirada perdida y con su sombrero en la mano.
¡Qué difícil debe ser aceptar dejar se ser!
¡Qué malo es confundir los tiempos!

***

Los Juegos Olímpicos del "68", Prejuicios y Amenazas.
Fue un antecesor, el Presidente López Mateos, quien tras librar obstinada lucha, obtuvo para México la sede de la XIX Olimpiada Mundial, con lo que insertó en nuestra historia un hecho importante: iba a ser la primera nación latinoamericana que recibiría tal honor. Sin embargo, la realización de aquélla corrió a cargo de Díaz Ordaz, que lo sucedió en el cargo.
Desde el principio del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, la izquierda radical que mucho se había soliviantado en el régimen anterior recibió órdenes precisas del comunismo internacional de aprovechar los preparativos de la Olimpiada para desarrollar en México la parte que, en la Revolución Mundial le estaba asignada.
Se trató de obstaculizar los preparativos para la realización de la Olimpiada, esencialmente con el problema estudiantil que pretendió desacreditar al país ante los ojos del mundo mediante una prensa internacional, más política que deportiva, que hizo acto de presencia en la ciudad de México. La Noche del 2 de Octubre. Hay quienes quieren hacer aparecer la agitación estudiantil del 68 como un movimiento de defensa de intereses nacionales.
Es inexacto: la noche del 2 de octubre de 1968 quedará en la historia del México con dos sellos: uno, de deslealtad y traición a la patria por políticos deshonestos; de los criollos de espíritu y de los que viven al amparo de ideas y banderas de países extranjeros, como algunos notables intelectuales, maestros y estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México que, desentendiéndose de su principal misión, entraron en el torbellino de las ambiciones y conveniencias que dieron forma a todo este aparato, agrandado por los mercenarios de la pluma.
El otro sello es: la hidalguía del Presidente Díaz Ordaz que, con su energía, y oportuna decisión puso a salvo los valores fundamentales de México.
En el renglón del orden y la seguridad nacionales, el gobierno no puede, no debe correr el riesgo de una falla, de un déficit, de un error o de una falla de hombría porque lo que está en juego es la vida de una nación.
Por ello Gustavo Díaz Ordaz no tuvo más opción que emplear la fuerza para contener la violencia en que nos querían envolver. Cuando falta autoridad hacen acto de presencia la anarquía o la dictadura.
Gustavo Díaz Ordaz, en su informe del 1o. de septiembre de 1968 había dicho al pueblo de México: "Ante la alternativa de escoger entre las estructuras mismas de México y las conveniencias personales, la decisión está tomada: defenderé los principios y arrostraré las consecuencias".
Si la noche del 2 de octubre fue sangrienta se debió a la premeditada agresión de que fue objeto el Ejército Mexicano por parte de los subversivos", cuya manifiesta intención era que ese día hubiera muertos, hecho que les daría una "bandera" para justificar sus actos y dar el golpe final. Lógicamente, la reacción del Ejército no se hizo esperar y tuvo que hacer uso de las armas para repeler la agresión.
Tengamos presente que ya sólo faltaban 10 días para la iniciación de los Juegos Olímpicos y que, entre las condiciones fijadas por el Comité Olímpico Internacional destaca de manera principal "que todo país designado como sede de una Olimpiada, 40 días antes de su iniciación debe garantizar que se vive en un ambiente de estabilidad política y tranquilidad".
Si hay alguna duda sobre los propiciadores de los hechos señalados anteriormente, basta con mencionar las reuniones con improvisados líderes estudiantiles y entrevistas privadas de maestros encabezados por Heberto Castillo con algunos políticos resentidos y con el general Lázaro Cárdenas y también leer la propaganda manuscrita que se hizo circular. De esta última destaca la que originó unos volantes reproduciendo una invitación de Víctor flores Olea para que concurrieran al mitin que iba a efectuarse en la tarde del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas. En dicha invitación, abiertamente, se incitaba a los asistentes a matar o morir. En la parte final del texto se asentó: "Todos los hombres han de morir, pero la muerte puede tener distintos significados".
(...) Un estudio a fondo, imparcial, sobre lo ocurrido en el 68 y especialmente el 2 de octubre hay elementos para hacerlo pondría a las personas y a los hechos en el justo lugar de la historia.
El Presidente de México decidió enfrentar con energía las difíciles circunstancias y actuó firmemente con la certeza de que su postura era la correcta. Ciertamente, la noche del 2 de octubre fue trágica, pero más lo hubieran sido los tiempos por venir si quienes proyectaron este "golpe" a México hubieran triunfado en su intento y lograr hundir al país.
La magnitud de los acontecimientos atemorizó a los que en ellos participaban y a sus simpatizadores políticos y oportunistas que negaron entonces y aún ahora rechazan la responsabilidad y culpa que tienen en los graves sucesos de 1968, principalmente en lo acontecido el 2 de octubre de ese año.
Los funcionarios timoratos y venales, pero más aquellos que ambicionaban llegar a la Primera Magistratura del país, recobraron la tranquilidad cuando en el informe del 1§ de septiembre de 1969, el Presidente Díaz Ordaz enfáticamente declaró al pueblo de México: "Asumo íntegramente la responsabilidad: personal, ética, social, jurídica, política e histórica por las decisiones del gobierno en los sucesos del año pasado".
Seguro de su correcto proceder, Díaz Ordaz actuó como lo hizo, pensando en que el pueblo no le habría perdonado si, por falta de valor, no hubiera tomado las determinaciones que en esos momentos eran ya inaplazables. A raíz de esos acontecimientos y de la acción que hubo de tomarse expresó: "El pueblo podrá perdonar
que me falle la cabeza, que se me imponga el corazón".
Afortunadamente por la indoblegable entereza de su gobernante, México no cayó en esos años en las garras del comunismo; y aunque algunos no lo acepten, hay que reconocer que en tan críticos momentos, Gustavo Díaz Ordaz resolvió el problema dentro de los lineamientos de la ley y de acuerdo con las facultades que la Constitución le confería para preservar la integridad de la nación y sus instituciones.
Ya renovados los poderes de la Unión, los autores del Movimiento del 68, los acelerados de la sedición y todos aquellos de marcada tendencia comunista que directa o indirectamente estuvieron coludidos en el citado movimiento, aceptaron sin objetar la oportunidad que, ya fuera por convenir a su gobierno o como respuesta por la destacada actuación que tuvieron en el conflicto estudiantil, les brindó el Presidente Luis Echeverría para colaborar en su régimen. Ya integrados a los cuadros oficiales, en muchos casos asignados, a cargos de responsabilidad y jerarquía, vieron colmados sus anhelos de poner en práctica las ideas por las que luchan y cumplir el compromiso que tienen con el comunismo internacional: Destruir a México, cambiando sus estructuras democráticas.
Sobre lo ocurrido en 68 se ha creado confusión debido a que los que han escrito sobre estos hechos no tuvieron vivencia en ellos; han hablado de los que saben de oídas, de lo que les contaron, de lo que, en su muy personal sentir, interpretaron de las noticias publicadas en esos días por los órganos de información periodística; otros simplemente se han referido a las opiniones escuchadas sobre el problema; los más califican los acontecimientos con la parcialidad de simpatizadores ideólogos y los hubo también que aprovecharon la división de opiniones que originó el problema para favorecer intereses puramente comerciales.
Ahora es casi seguro que los llamémosles golpistas estén esperando mejores y afianzar su posición dentro del sistema, para ser ellos los que escriban la historia de lo ocurrido en México en 1868. Podemos asegurar, sin temor de equivocarnos, que en esta historia los "antipatria" después de limpiar su imagen se harán aparecer como héroes ante el pueblo de México. Todos los mexicanos que amamos nuestras patria deberemos hacer conciencia y estar alerta para que esta infamia no se nos imponga como verdad.
Estamos seguros de que la verdad histórica sobre los hechos de 68 contendrán una interminable lista de infamias, deslealtades y traiciones que lesionaron, no al Presidente Díaz Ordaz, sino al pueblo de México, a la patria, que es digna y merecedora de mejor suerte. La mentira puede correr años, pero la verdad, con un solo paso que dé, la aventaja; desgraciadamente, los que menos hemos hecho por destruir esa mentira, somos todos los mexicanos, unos por apatía y otros por conformistas.
El innegable cambio que desde 1970 ha sufrido el país, nos da la razón que tuvo Díaz Ordaz para actuar como lo hizo; cierto es que con su patriótica actitud sólo retardó un poco los males que ahora padecemos.

Hubo Orden de Atacar a Díaz Ordaz
Era Incapaz de Hacer Comentarios, Retirado
"Se Necesita ser más Hombre Para Callara"
Roel lo Obstaculizó Cuando fue a España

Luis Gutiérrez Oropeza, General de Brigada

Tercera y última parte

Publicado el 16 de mayo de 1986

Al dejar Gustavo Díaz Ordaz la Presidencia de la República, se alejó del medio político con la dignidad que siempre lo caracterizó y fue incapaz de hacer comentarios o externar opiniones sobre una tarea que para él ya había terminado. Sólo habló cuando se le obligó a hacerlo.
Gustavo Díaz Ordaz se dedicó a viajar por el país y el extranjero, primero acompañado de su esposa, y posteriormente solo, ya que su esposa, por razones de salud, no podía acompañarlo; infortunadamente, el 18 de julio de 1974 dejó de existir su respetada esposa y leal compañera, doña Guadalupe Borja de Díaz Ordaz.
Don Gustavo Díaz Ordaz durante los seis años de gobierno del Presidente Echeverría fue blanco de ataques, de marcadas groserías por parte de funcionarios de jerarquía y aun de los de segunda fila, sólo que era visible que su proceder obedecía a instrucciones superiores.
En alguna ocasión en que los ataques dirigidos a don Gustavo fueron francamente irritantes por injustos, uno de sus ex colaboradores le preguntó porqué no contestaba a esa insultante actitud, y el ex presidente solamente dijo:  "Se necesita ser muy hombre para hablar, pero más hombre se necesita para quedarse callado. Si él no sabe respetar la persona de un Presidente yo sí; pero además, ¿qué lograríamos con este pleito?, sólo hacerle mucho daño a México. Si el licenciado Echeverría no ha aprendido a ser Presidente, espero que aprenda cómo debe portarse cuando deje de serlo".
Al terminar su mandanto, el licenciado Echeverría envió un emisario que buscara acercarlo nuevamente al licenciado Díaz Ordaz y reanudar el trato de amigos que durante su gobierno se había interrumpido. Don Gustavo Díaz Ordaz, tajantemente rechazó tal intento.
Embajador de México ante el Gobierno Español. El licenciado Díaz Ordaz recibió invitación para el acto de toma de posesión como Presidente de la República, del licenciado José López Portillo. Como una atención que obliga dispensar al nuevo mandatario, se puso a sus órdenes, pero por su mente no cruzó la idea de obtener comisión del gobierno ni mucho menos convertirse en representante diplomático de nuestro país.
El Presidente López Portillo deseaba y afanosamente buscaba reanudar las relaciones con la Madre Patria, pero en España se veía con recelo este deseo porque estaban presentes los ataques a su gobierno y al pueblo español que lanzó el Presidente Echeverría.
Ya en el terreno de poder presentar posibles candidatos a embajadores por parte de México, se tenía que recurrir a quienes no tuvieran "sello de Echeverría" aunque éste fuera el que distinguiera al mismo Presidente López Portillo. En España se expresó, aunque con el debido comedimiento, que aceptarían de buen grado a alguien probadamente desconectado del grupo echeverrista y, lógicamente se mencionó con beneplácito al licenciado Gustavo Díaz Ordaz.
El entonces secretario de Relaciones de México, Santiago Roel, se apresuró a dar por hecho que al licenciado Díaz Ordaz le agradaría el cargo y aceptaría de buen grado ser propuesto como embajador de México en España; pero don Gustavo de ninguna manera estuvo de acuerdo con esta propuesta y así se lo hizo saber por escrito al Presidente López Portillo, quien ya convencido por Santiago Roel, insistió y le pidió que aceptara. "...un Presidente no pide, ordena, afirmó siempre el licenciado Díaz Ordaz", por eso, dando una vez más muestras de su respeto a la institucionalidad, consintió en ser enviado para reabrir los cauces políticos y de amistad entre los dos países.
Una vez señalada la fecha en que el nuevo embajador Díaz Ordaz viajaría a España, el Presidente López Portillo le manifestó que, a partir del momento en que quedaran reanudadas oficialmente las relaciones diplomáticas México-España, si así lo decidía, podría renunciar a su cargo de embajador.
Díaz Ordaz siempre tuvo presente lo expresado por el mandatario mexicano y llegado el momento dimitió del cargo que contrariamente a su deseo tuvo que aceptar, pues siempre se dio cuenta de la falsedad y dolo con que se procedió para su nombramiento.
Piedras en el Camino. Se pueden calificar así los actos tanto del titular de la Secretaría de Relaciones como del personal de la misma para con el licenciado Díaz Ordaz, como se podrá apreciar por los siguientes comentarios:
1. Porque a la entrevista que Relaciones le preparó para la prensa al recién designado, en el edificio de la Secretaría de Relaciones Exteriores, no solamente asistieron los reporteros de la fuente como es costumbre, sino que se llamó a otros periodistas políticos de bien marcada tendencia izquierdista que con insistencia le hicieron preguntas no sobre el cargo que iba a desempeñar, sino respecto a hecho ocurridos durante su mandato como Presidente, concretamente refiriéndose al movimiento de 1968.
2. La descortesía de la SRE para con el licenciado Gustavo Díaz Ordaz, al nombrar, sin consultarle, el personal de la embajada, pues es de suponerse que aunque sea por una obligada atención al recién designado, se le pida su anuencia para determinar qué personal estará a sus órdenes.
3. Un conocido medio de difusión comentó al arribo del embajador Díaz Ordaz a Madrid, que fue abordado por la prensa española y que entre otras cosas le hizo la siguiente pregunta: "¿Qué opinaba de las ofensivas declaraciones que Luis Echeverría como Presidente de México había hecho en contra del gobierno español?" El embajador Díaz Ordaz contestó poco más o menos lo siguiente: "...que lo que había dicho una persona no podía tomarse como el sentir de un pueblo y que prueba de ello eran los lazos afectuosos entre mexicanos y españoles". Inmediatamente, los representantes de la prensa mexicana lograron una entrevista con el secretario Roel para pedirle su opinión sobre lo declarado por el embajador Díaz Ordaz y la respuesta fue que era una opinión muy personal del aludido.
Se comentó entonces, en los medios políticos, que el secretario de Relaciones debía haber sido más preciso en su declaración sobre lo expresado por Díaz Ordaz y apoyarlo, y si no estaba de acuerdo, hacerlo notar pero clara, directamente, porque el licenciado Díaz Ordaz, como embajador, era un funcionario que dependía de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
El licenciado Díaz Ordaz presentó las cartas credenciales que lo acreditaban ante el rey de España como embajador extraordinario y ministro plenipotenciario ante el gobierno español y asimismo como representante personal del Presidente de México.
La designación del licenciado Díaz Ordaz como embajador molestó visiblemente a otros funcionarios del mismo rango que habían sido nombrados por el Presidente Echeverría. El que a continuación se comenta es uno de esos casos.
En 1975, el entonces Presidente Echeverría nombró embajador de México en Francia al escritor Carlos Fuentes merecido premio a su destacada intervención en el movimiento de 1968. Su sueldo como embajador no debería rebasar los 8,000 dólares, pero por instrucciones presidenciales se le niveló a 20,000, más una partida especial de 40,000, o sea que recibía un total de 60,000 dólares al mes. Según el propio Carlos Fuentes, la razón de este especial trato económico era sus buenas relaciones con los gobiernos socialistas y comunistas y porque además estaba encargado de influir en el medio diplomático para que se designara Premio Nobel de la Paz al Presidente Luis Echeverría, distinción que con posterioridad podría servirle para aspirar con mayor éxito a la presidencia de la UNESCO. Luis Echeverría ni siquiera fue mencionado para ocupar ninguno de los dos honrosos cargos.
Fue por esos días que se hizo pública la designación del ex Presidente Díaz Ordaz como embajador de México en España, nombramiento que Carlos Fuentes tomó como pretexto para renunciar a su cargo diplomático en Francia, sustrayéndose así a una investigación que, de haberse efectuado, le habría ocasionado múltiples problemas.
La experiencia que da el malabarismo puesto en práctica para sobrevivir bien dentro del Erario.
Apenas presentadas las cartas credenciales por el embajador Díaz Ordaz al gobierno español, hizo acto de presencia en Madrid el ex embajador Carlos Fuentes que desde luego comenzó a maniobrar para que la izquierda española lanzara una "escalada" en contra del nuevo embajador; pero la izquierda española no lo apoyó en su propósito y se negó a secundarlo aduciendo que era el representante oficial de un gobierno amigo, pero que si eran grupos mexicanos los que la iniciaran, entonces ellos se les unirían.
Decepcionado de la actitud de la izquierda española, Carlos Fuentes se puso en contacto con su amigo y compañero Fausto Zapata, ambos de la misma ideología, y que fue el que encabezó todos los ataques contra el licenciado Díaz Ordaz en el gobierno de Echeverría, Zapata en esos días era embajador de México en Italia, y de acuerdo ambos, Zapata fue trasladó a Madrid con objeto de prepararle un "homenaje" al ex embajador Carlos Fuentes. En ese acto surgiría la pregunta obligada: ¿Por qué la renuncia de Carlos Fuentes como embajador de México en Francia? Pero la realidad de esta reunión era que ésta sería la señal de "arranque" para que la izquierda española iniciara sus ataques al embajador Díaz Ordaz.
De estos hechos es testigo el personal mexicano que aún presta sus servicios en la embajada de México en España.
¿No es absurdo que en su empeño por desacreditar a Díaz Ordaz se pretendiera que en un país extranjero, un embajador de México (Zapata) preparara un "homenaje" a un ex embajador de México para que fuera éste el inicio de una escalada de ataques a un mexicano también representante diplomático de México?
Días después, el gobierno mexicano cesó en sus funciones de embajador de México en Italia a Fausto Zapata, y también ya reanudadas las relaciones diplomáticas con la Madre Patria, Díaz Ordaz dimitió como embajador.

No hay comentarios:

Publicar un comentario