lunes, 18 de febrero de 2013

Del Chapulín Colorado al Niño Verde


Quién no ha visto el chapulín colorado, una escenografía gastada y hecha vieja por su uso, desgastada por su reiteratividad, falta de ingenio y con risas grabadas, un programa que semana tras semana repetía las mismas graciosadas (estupideces que parecían chistes para bobos)

Bueno, pues el nivel de nuestra clase política parece haber bajado ahí, la presencia del niño verde en El Torito, es desde cualquier punto de vista muestra del deterioro del nivel de esa fauna.

Primero, un Senador de la República conduciendo su auto con unas copitas de sobra, después un nombre falso (que diferencia de Jesús Silva Herzog Flores que se presenta con su nombre y hasta bromea con la situación) y tras la lectura de los indicadores de alcohol en la sangre “azul” del personaje “verde” la amenaza de sus distinguidos acompañantes (guaruras)

Por cierto, para los que les interese eso de los orígenes de las palabras guarura viene el vocablo rarámuri o tarahumara wa’rura” que significa precisamente acompañante y se empieza a utilizar de manera popular tras una gira de Luis Echeverría a la Sierra Tarahumara en 1972 cuando el consejo de notables invita a sus wa’rura a pasar a la reunión.

Esa estructura de poder que se ha generado entorno a politiquillos de medio pelo hecho al vapor a la sombra de complicidades obscuras, esos grupitos de “acompañantes” que debieran proporcionar seguridad a sus patrones (que en realidad somos nosotros) debieron de haber asumido el control del vehículo (tras observar al niño verde en estado inconveniente) y ―en todo caso― “convencer” a la autorida (así) de manera civilizada que el detenido era un Senador de la República, casi un dios intocable, pero no, la prepotencia por delante.

Otra historia para meditar, tras el atentado a Ronald Reagan en marzo de 1981 en que una bala penetró a su pulmón, al ser subido al vehículo, el presidente dijo “a la Casa Blanca” y su guarura (miembro del Estado Mayor Presidencial estadounidense preparado para esas actividades) dijo “al hospital” y tras eso “en este momento, su seguridad es mi responsabilidad y vamos al hospital señor Presidente”, eso salvó la vida de Reagan pues en caso de no haber sido atendido e manera inmediata la historia sería otra.

No se sorprendan, hace años, muchos años que los “acompañantes” de políticos dejaron de ser consejeros y negociadores o conciliadores, nunca como ahora vemos séquitos de acompañantes que medianamente estudiaron la secundaria y no tienen la menor idea de la responsabilidad de cuidar la integridad física de sus patrones.

Así pues el teatro en que se ha convertido nuestra política es muy semejante a la gastada escenografía del Chavo del Ocho o el Chapulín Colorado, con malos (muy malos) chistes y risas grabadas, es una absoluta pérdida de valores y un desperdicio de personajes inútiles, que pagamos nosotros y que sólo nosotros podemos quitar.

Salud.

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